Una marca es mucho más que un logo. Es todo lo que representa. Su posición en la mente de los consumidores.
Una marca fuerte, apegada a la gente, con vínculos sólidos y difícilmente sustituible por otra de la competencia, es una marca con un alto valor añadido.
Para conseguir todo esto, qué duda cabe, los eventos son herramienta fundamental. Una estrategia que tenga en cuenta los momentos en que nuestra marca se relaciona de tú a tú con sus clientes, que fomente esas experiencias y momentos de alto valor, que los alargue y gestione adecuadamente en el tiempo, es una estrategia adaptada al nuevo entorno.
En ocasiones vemos, como nos decía recientemente Eric Mottard, CEO de Eventoplus, que las empresas hacen los eventos “cuando toca”, cuando protocolariamente se espera de nosotros que lo realicemos, y no como una acción clave en nuestra estrategia de marketing.
Necesitamos comenzar a gestionar la experiencia de nuestros clientes alrededor de nuestra marca. Necesitamos que nuestros impactos, en determinados momentos, sean claramente diferenciales. Y eso fundamentalmente lo conseguimos con los eventos, la única herramienta en la que nuestro target se relaciona con nosotros fuera del ruido comercial y mediante los cinco sentidos. En vivo y sin distracciones.
Una experiencia marca, y una experiencia entorno a una marca queda en la retina si ésta se ejecuta de un modo relevante y trasladando mensajes claros y que aporten valor.
Las marcas necesitan comenzar a introducir ya la experiencia dentro de su branding. Los clientes lo están pidiendo a gritos.